Era enfermero, pero mi sueldo no alcanzaba ni para una bandeja de huevos. Por eso, empaqué mis cosas y comencé el cmaino de dos días por La Parada hacia Cúcuta, la ciudad colombiana más cercana.

Me robaron varias veces, una fueron trocheros, otra fueron integrantes de un grupo al margen de la ley. Mi objetivo era llegar a Bogotá para poder sobrevivir. Lo logré porque alguien me prestó 70.000 pesos porque el único billete que me quedó era falso.

Al llegar tuve que enfrentar una noticia que me quitó el piso: tengo VIH.  No tenía qué comer, pero una señora que aloja migrantes me recibió en su casa. Encontré puesto como mesero y así pude ahorrar.

Me fui a vivir a la Sevillana, al sur de Bogotá. Primero vivía ocn dos amigos migrantes, pero cunado se enteraron que tengo VIH me echaron. Ahora vivo solo y lucho por sobrevivir esta pandemia. Nosotros tenemos redes que nos apoyan, pero el día a día es duro. Agradezco estar acá, estar vivo y poder seguir ayudando a otros migrantes que quieren reconstruir su vida en otro país donde cosas como comer no sean imposibles.