MELODIOSA AMISTAD
Tengo mucho aprecio por Kevin; después de todo, lo que hizo por mí fue como una descarga eléctrica dedicada a resucitar. La forma en que nos conocimos fue bastante curiosa. Recuerdo que en una de mis andadas en busca de un poco de «oportunidad» para poder terminar el día, pasé por una casa bastante hermosa, de esas que tienen la posibilidad de ser decoradas con un balcón y presumir de ello. No fue solamente la belleza de dicha portada lo que causó interés en mí, por otro lado, una espléndida melodía de algún instrumento de viento provenía de allí. Considero que, poseo un muy buen oído, así que pude notar casi inmediatamente de dónde nacía tan hermoso sonido. Me detuve por un rato a contemplar, danzaba sutilmente al ritmo de las notas mientras permanecía con la mirada fija en lo que hacía el músico. No pasó mucho tiempo para que el intérprete notara mi presencia y se detuviera de golpe, no sabía si correr o realizar un gesto amistoso para romper el hielo; el primer movimiento fue de Kevin, y agradezco que haya sido así. Fue agradable que no tuviera miedo o recelo en ese momento, por mi apariencia desalineada, y fuera capaz de interactuar conmigo tan amablemente. Tocaba su instrumento con mucha pasión, una pasión un poco mayor a la mía siguiendo las órdenes dadas por el ritmo tan contagioso. Pasaron horas; la música se detuvo repentinamente, Kevin sacó un pequeño refrigerio que tenía preparado para después de una larga sesión de ensayo; me compartió un poco, fue algo mágico para mí, como si un primer rayo de luz atravesará las nubes en un día gris nubloso. Por otra parte, no entendía lo que estaba pasando, simplemente quería disfrutar de la música, pero Kevin me trataba no solo como a un espectador sino como a un amigo al que se invita en primera fila. Luego de varias horas de ejecuciones e improvisaciones, su padre apareció de repente, —Kevin es hora de comer— dijo con bastante determinación —No juegues con él, puedes terminar sucio y enfermarte— Finalizó con aún más firmeza.
Algo que aprendí de las calles, es que la amistad verdadera es algo que solo puede mantenerse y cuidarse mientras uno posea un cuarto o recinto adecuado para guardarla. En resumen, la amistad había sido creada no para mí. Comprendía a lo que se refería el papá de Kevin, después de todo: niños, padres, ancianos o jóvenes, solo me predicaban incontables palabras de repudio e incomodidad. Kevin sonrió e hizo un gesto de despedida, yo correspondí y él dejó lo que quedaba de refrigerio para mí. Lo más probable es que no volvería a verlo, yo debía seguir mi camino y quizá él no me reconocería la próxima vez. No podría darle información concreta, como la locación de mi residencia o siquiera un nombre. Ni siquiera sé si tengo uno. Sin embargo, fue una hermosa experiencia, su mano extendida de apoyo y la alegre música fueron suficientes para reconfortarme y darme fuerzas. Al día siguiente realice la misma ruta; más que encontrar sobrevivir otro día, quería encontrar a Kevin, vivir nuevamente un momento amigable y alentador. Puse toda mi atención en mi sentido auditivo, escaneando desde lejos, el sonido característico de Kevin. Ubicado en la misma posición donde percibí la música por primera vez no pude notar ningún sonido especial, lo que hizo que me sintiera algo agobiado, sin embargo, de golpe, comenzó a sonar un sonido similar, pero esta vez con un ritmo algo más veloz y animado. Sin lugar a dudas, era Kevin, así que apresurada y nerviosamente corrí hacía allí. Kevin pareciera que me estuviera esperando ya que, era como si estuviera clamando por mí con su instrumento tan versátil. Un saludo supremamente enérgico provino de aquel balcón iluminado de hermosas notas, yo correspondí con la misma gracia y esta vez, él bajó del balcón.
Kevin jamás salía de su casa, por lo tanto, compartíamos durante mucho tiempo y por varios días; incluso semanas, disfrutando de la música. Yo en ocasiones llevaba objetos que encontraba en el asfalto para jugar con él; disfrutábamos de buenos momentos como un par de viejos amigos. Sin embargo, cada instante que me encontraba junto a Kevin, su padre anunciaba de distintas maneras su molestia sobre nuestra amistad, no toleraba que me acercara a su hijo, que lo distrajera de sus labores; mi presencia lo irritaba. Un día cualquiera, donde Kevin y yo contábamos con toda la actitud para vernos nuevamente, su padre apareció solo, justo frente a mí, no sabía que iba a pasar, pero con mucha exaltación le pedí amablemente que me permitiera ver a Kevin, —vete de aquí, Kevin está muy ocupado, no tiene tiempo— Dijo con voz militar —Vete y no vuelvas, Kevin no tendrá más tiempo para ti—. Era curioso, los hogares tan bellos como este suelen estar habitados por lo menos por tres miembros; una familia que se ama incondicionalmente. Sin embargo, no había nadie más, alguien a quien pudiera objetar los mandatos que el padre de Kevin imponía sobre mí. Quise decir algo, pero no sabía qué, no tenía idea alguna de cómo tratar a las personas, era algo que nunca había hecho y nadie nunca me había enseñado. Intente convencerlo con un gesto amistoso, pero fue en vano, tenía totalmente prohibido acercarme a esa zona y compartir con Kevin, tuve que retirarme con mucha tristeza y dejar atrás la esperanza y anhelos que tenía en ese lugar.
Estar tanto tiempo con Kevin me hizo olvidar lo que ocurría a mi alrededor, en el exterior. Así, que al volver al “mundo real” pude observar una situación bastante peculiar, de una manera abrupta, las calles se habían vaciado totalmente. Comencé a pensar en que el padre de Kevin se había puesto en la tarea de convencer a todas las personas de no acercarse a mí, de evitar cualquier tipo de contacto. Corrí por todos lados en busca de personas, de ayuda, quería conservar ese anhelo de esperanza, esa sensación de amistad. Extrañaba a Kevin, así que corrí directamente hasta su hogar. Ningún rastro de música proveniente de aquel curioso instrumento metalizado. Temía por Kevin, por su padre, e inclusive por los miles de personas que ocupaban un lugar en el entorno que yo suelo explorar. Las calles solitarias generaban una atmósfera tensa, llena de incertidumbre, una calma estresante. Comencé a notar poco a poco salir a varias personas, pero su actitud era bastante inquietante, excesivamente temerosa: corrían como tratando de huir de algo invisible, algo poderoso, capaz de doblegar hasta el más valiente guerrero. Trataban de protegerse, por medio de máscaras, de trajes; asimilaban ser exploradores del espacio en un entorno nuevo, cuidadosos ante algún posible contaminante. Quise ayudarlos, tratar de combatir a ese terror oculto de alguna manera y quizá, así, podría convertirme en alguna especie de héroe. Sin embargo, todos rechazaban mi ayuda y hasta me acusaban de estar poseído por el mismo demonio del que huían. Las personas se resguardaban en sus hogares, otros simplemente corrían sin detenerse. Se atacaban sin razón alguna, tal vez poseídos por dicho monstruo o el miedo inevitable. Las calles se llenaban de caos y temor, yo solo podía pensar en mi gran amigo Kevin.
Al final seguí aguardando en mi rincón del mundo esperando que sucedería conmigo, con la humanidad misma, sin olvidar a Kevin y como sus espectaculares ritmos y melodías lograban disolver cualquier tipo de problema. Decidí explorar nuevamente la ruta que conducía hacía la casa de Kevin y terminar por revisar cómo se encontraba. Al llegar noté de inmediato una composición musical bastante familiar así que corrí enseguida, sin embargo, solo se encontraba presente el sonido, ninguna presencia física lo acompañaba. Disfruté ese hermoso ritmo, aunque no estuviera Kevin presente. Pasaron varios días sin que hubiera alguien en el balcón, aun así, me conformaba con deleitar la bella música.
Hoy me sentía emocionado por gozar de un nuevo concierto. Justo en el punto donde la música podía distinguirse no noté nada, y esto hizo que me afanara aún más. Al llegar pude darme cuenta de que había una ambulancia justo en frente de la entrada de la casa. Pensé lo peor y me apresuré. La ambulancia cerró sus puertas con alguien adentro; el papá de Kevin, justo atrás de esta, rompió en llanto y su cuerpo se doblegó ante la tristeza. Comprendía lo que había pasado, el mismo mal que estaba dominando el mundo entero ahora había visitado a Kevin y mi gran amigo luchaba hasta conseguir una victoria. El padre de Kevin me vio a lo lejos y se acercó, —hay que tener paciencia, esperar que mejore— dijo con mucha tristeza —lamento como te traté, puedo notar que de verdad eres un buen amigo—. Un llanto no dejó que terminara de hablar correctamente, con su voz particular que denotaba autoridad y respeto. Ahora, el padre de Kevin se encontraba solo. —Primero mi esposa, ahora mi hijo— dijo con una angustia incesante. Lo miré fijamente, no podía decirle nada, pero, puse mi pata derecha sobre su pierna, saqué mi lengua y batí mi cola; así era como había aprendido a demostrar amistada hacía los humanos, aunque no me hubiera funcionado generalmente. Solo quise intentarlo en este caso. Kevin me convirtió en su gran amigo sin pedir nada a cambio, la forma en que me trató como nunca antes fui tratado, quería corresponder su gran amistad y los hermosos actos que tuvo. Por lo tanto, me quedaría a cuidar a su padre lo que fuera necesario hasta que él volviera y todo este caos terminara. Aguardaríamos lo necesario hasta que la música sonara de nuevo y nuestra amistad siguiera con su hermosa melodía.