Lo que el confinamiento me enseño  

 

En este tiempo de muchas complejidades aprendí el valor de lo cotidiano, lo importante que resulta edificar relaciones solidas que no estén sementadas en deseos y goces pasajeros, que seamos capaces de desarrollar vínculos desde las entrañas, dinámicos flexibles y capaces de adaptarse con facilidad, que no se vean amenazados por barreras sociales, por confinamientos y por maneras de enfrentar el mundo.  

Aprendí durante este tiempo que la primavera se lleva por dentro y que solo si lo decidimos reverdece en cada esquina de nuestro ser, sometiéndonos a pensar en lo afortunado que somos al seguir siendo parte del mundo, a valorar las pequeñas acciones que edifican lo que somos; hemos enfrentado un periodo duro de muchas perdidas, y no me refiero a la muerte de personas allegadas, sino a la renuncia de lo cotidianode lo banal, de lo que creíamos indispensable para vivir, pareciera como si la latencia de la gran amenaza con acabar nuestra vida  haya desbocado en todos, los deseos de organizar nuestra vida, de retomar sueños y proyectos aplazados, en esta carrera por ganarnos la vida se nos al olvidado los altos en el camino que debemos hacer, lo importante que resulta el retroceder, el pensar, el vivir con un sentido trascendental.  

Hace un par de semanas Llovió de manera fuerte como si la naturaleza se uniera para ayudarnos a limpiar el espacio que le hemos tomado prestado, cada gota de lluvia retumbaba en mis pensamientos transformándose en recordatorios de lo afortunado que fuimos al estar tiempos debajo de ella y las veces que abrimos paraguas para protegernos, no solo de la lluvia, sino para resguardar nuestro ser, al acabar la tempestad enseguida llego una calma indescriptible, un silencio sin ningún murmullo, una sensación de que había acabado; impávido en la ventana me seguía imaginando la vida después de este suceso, quizá deberíamos enfrentar esta pandemia no solo con valentía, sino con emocionalidad con, sensibilidad y con trasparencia, cada día de confinamiento es una oportunidad imperdible para encontrarnos con nuestra soledad, para escuchar los confines de nuestra mente y para fortalecernos y revestirnos con una armadura, más fuerte que un tapabocas Es tiempo de usar nuestra mejor arma, la compasión, la posibilidad de cuidar del otro de entender sus pensamientos, sus sentires y acogerlos como nuestros, es hora de cambiar la manera de ver la vida y reconocer con humildad cuan equivocado estábamos, es hora de empezar a vivir, mas despacio, mas humanos, mas pasionales, mas intensos y mas duraderos, haciendo huellas en la vida de los demás sin derrumbar lo que hemos sido y lo que estamos por construir. 

De la cuarentena aprendí que no vale la pena vivir en un doblaje astralfingiendo una vida paralela a lo que realmente somos, basta con vivir aferrado a nuestros principios a nuestros sueños y a lo que dictamine el corazón más allá de los supuestos que aparecen con la implacable razón, por eso, este tiempo me enseño a ser más humano y a vivir de verdad.  

 

 

Jaime Valencia de la Espriella 

Líder de proyecto- Primero lo primero.  

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